Hace poco Alba e Ingrid tuvieron la genial idea de fusionar en un blog dos artes que están muy a menudo relacionadas y por las que además sienten verdadera pasión, el cine y la gastronomía. Entre un montón de simpáticas y atractivas actividades, muy originales si me permitís, proponen un reto mensual basado en una de estas asociaciones, digamos que gastro-cinematográficas, que este mes de abril consiste en publicar una receta del libro Mastering the Art of French Cooking de Julia Child, que, como ya sabréis, es el auténtico protagonista en torno al cual gira la película Julie & Julia.
En cuanto propusieron la idea tuve mi elección muy clara y, salvo que la receta de la Child me llevara a un fracaso estrepitoso, mi deseo era publicar su Soufflé au chocolat (solo apto para chocoadictos, aviso, eh!). Aunque es muy parecido no es el que hago en casa, ni había probado nunca su receta, por lo que, sinceramente, la adapté un poco a mis costumbres para asegurarme de alguna manera el tiro, que esto de los soufflés es harto complejo :-). Pero he respetado los ingredientes y todos aquellos pasos que me han parecido importantes o curiosos, a fin de cuentas se trata de hacer su receta, no la mía.
Probablemente algunos conoceréis mejor a Julia Child a través de la película Julie and Julia que se estrenó en España en el año 2009. Julia McWilliams fue una chef californiana, escritora de numerosos artículos de cocina en diversas revistas, periódicos y libros, todos ellos de cocina francesa adaptada a los ingredientes y gustos más cercanos a los estadounidenses. Llegó a hacer numerosas incursiones en la televisión en shows culinarios, pero no sería hasta The French Chef que alcanzaría un éxito rotundo que la lanzaría a la fama en la pequeña pantalla a principios de los años 60.
Siempre he tenido la sensación, aunque esto es una apreciación muy personal que no pretendo que compartáis, pero con la que tampoco quisiera molestar a nadie, que era parecida a nuestro Arguiñano, más mediática que cocinera. Lejos conceptualmente, repito, a mi parecer, de la creatividad de la francesa Anne Sophie Pic o la donostiarra Elena Arzak, incluso de alguien que no heredó este gen de sus antepasados como la catalana Carme Ruscalleda, por citar las primeras que me vienen ahora a la mente, mujeres muy preparadas y que además viven la pasión por la gastronomía de manera innata. Sin embargo, gracias a su trabajo y su innegable tesón, la alta cocina francesa descendió de manera asequible y como la pólvora a los hogares norteamericanos de la época. Algo que allí, hasta entonces, estaría reservado a las más selectas mesas. Entiendo que la buena acogida del proyecto de Julia Child estaba garantizada desde el primer momento ya que la sociedad norteamericana, hablo solo de la anglosajona y con ella incluyo Canadá, es admiradora del gusto europeo, concretamente el francés, como algo refinado y sofisticado, hasta el punto de haber integrado galicismos en aquellas expresiones y palabras que deben destilar elegancia. Luego parece lógico que un libro de cocina francesa para todos los públicos debía ser garantía de éxito.
En 1946, después de una juventud muy viajada, por reducir su intensa vida de alguna manera, se casó con Paul Cushing Child, un diplomático norteamericano que en 1948 fue trasladado a Francia para ejercer sus funciones. Allí, Julia, tuvo la oportunidad excepcional de estudiar las artes culinarias en L'école Le cordon bleu. Formó parte del club femenino Cercle des Gourmettes donde conocería a Simone Beck y Louisette Bertholle, coautoras, junto a Julia, de la obra Mastering the Art of French Cooking, y quienes, en realidad, la animarían a difundir sus nuevos conocimientos a la audiencia estadounidense.
En el año 1951 las tres amigas fundaron la escuela gastronómica L'Ecole des Trois Gourmandes, donde, desde la cocina de la propia Child, en su casa de París, impartían clases de cocina francesa de índole informal a mujeres norteamericanas.
Durante la siguiente década, las tres, se dedicaron a la búsqueda, recopilación y repetitivo ensayo de las diferentes recetas tradicionales de la cocina francesa, con la intención de publicarlas en un libro encarado al mercado norteamericano. Julia traducía las notas de sus amigas del francés al inglés, procurando explicar las recetas muy detalladamente, no en vano ella era una persona muy perfeccionista, adaptándolas de manera práctica y que resultara interesante al público al que iban dirigidas. Hasta que, tras diez años de continuos traslados, el matrimonio Child tuvo que volver definitivamente a Estados Unidos. Allí comenzaría su auténtica andadura como escritora profesional y chef que la lanzaría finalmente a la popularidad y por la que todos la conocemos hoy en día.
Según comentan Ingrid y Alba en la introducción a este tema, parece ser que a Julia Child no le hizo demasiada gracia la manera en que Julie llevaba su personal reto en el blog, algo que también parece adivinarse en la película, pero que perfectamente podría ser parte de la ficción propia de cualquier film. Lo cierto es que Julie, lejos de plasmar detalladamente las recetas de la chef y por extensión distinguir su trabajo, se limitaba a contar sus peripecias personales con ellas de manera algo frívola, trivializando el trabajo de la autora. Quizás... no, quizás no, seguro que la señora Child hubiera estado más satisfecha de ver sus recetas en cualquiera de vuestros blogs, donde las trataríais con todo el mimo que se merece :-)
En cuanto propusieron la idea tuve mi elección muy clara y, salvo que la receta de la Child me llevara a un fracaso estrepitoso, mi deseo era publicar su Soufflé au chocolat (solo apto para chocoadictos, aviso, eh!). Aunque es muy parecido no es el que hago en casa, ni había probado nunca su receta, por lo que, sinceramente, la adapté un poco a mis costumbres para asegurarme de alguna manera el tiro, que esto de los soufflés es harto complejo :-). Pero he respetado los ingredientes y todos aquellos pasos que me han parecido importantes o curiosos, a fin de cuentas se trata de hacer su receta, no la mía.
![]() |
foto perteneciente a Harper's Bazaar |
Siempre he tenido la sensación, aunque esto es una apreciación muy personal que no pretendo que compartáis, pero con la que tampoco quisiera molestar a nadie, que era parecida a nuestro Arguiñano, más mediática que cocinera. Lejos conceptualmente, repito, a mi parecer, de la creatividad de la francesa Anne Sophie Pic o la donostiarra Elena Arzak, incluso de alguien que no heredó este gen de sus antepasados como la catalana Carme Ruscalleda, por citar las primeras que me vienen ahora a la mente, mujeres muy preparadas y que además viven la pasión por la gastronomía de manera innata. Sin embargo, gracias a su trabajo y su innegable tesón, la alta cocina francesa descendió de manera asequible y como la pólvora a los hogares norteamericanos de la época. Algo que allí, hasta entonces, estaría reservado a las más selectas mesas. Entiendo que la buena acogida del proyecto de Julia Child estaba garantizada desde el primer momento ya que la sociedad norteamericana, hablo solo de la anglosajona y con ella incluyo Canadá, es admiradora del gusto europeo, concretamente el francés, como algo refinado y sofisticado, hasta el punto de haber integrado galicismos en aquellas expresiones y palabras que deben destilar elegancia. Luego parece lógico que un libro de cocina francesa para todos los públicos debía ser garantía de éxito.
En 1946, después de una juventud muy viajada, por reducir su intensa vida de alguna manera, se casó con Paul Cushing Child, un diplomático norteamericano que en 1948 fue trasladado a Francia para ejercer sus funciones. Allí, Julia, tuvo la oportunidad excepcional de estudiar las artes culinarias en L'école Le cordon bleu. Formó parte del club femenino Cercle des Gourmettes donde conocería a Simone Beck y Louisette Bertholle, coautoras, junto a Julia, de la obra Mastering the Art of French Cooking, y quienes, en realidad, la animarían a difundir sus nuevos conocimientos a la audiencia estadounidense.
![]() |
Logo extraído del libro Mastering the Art of the French Cooking |
Durante la siguiente década, las tres, se dedicaron a la búsqueda, recopilación y repetitivo ensayo de las diferentes recetas tradicionales de la cocina francesa, con la intención de publicarlas en un libro encarado al mercado norteamericano. Julia traducía las notas de sus amigas del francés al inglés, procurando explicar las recetas muy detalladamente, no en vano ella era una persona muy perfeccionista, adaptándolas de manera práctica y que resultara interesante al público al que iban dirigidas. Hasta que, tras diez años de continuos traslados, el matrimonio Child tuvo que volver definitivamente a Estados Unidos. Allí comenzaría su auténtica andadura como escritora profesional y chef que la lanzaría finalmente a la popularidad y por la que todos la conocemos hoy en día.
Según comentan Ingrid y Alba en la introducción a este tema, parece ser que a Julia Child no le hizo demasiada gracia la manera en que Julie llevaba su personal reto en el blog, algo que también parece adivinarse en la película, pero que perfectamente podría ser parte de la ficción propia de cualquier film. Lo cierto es que Julie, lejos de plasmar detalladamente las recetas de la chef y por extensión distinguir su trabajo, se limitaba a contar sus peripecias personales con ellas de manera algo frívola, trivializando el trabajo de la autora. Quizás... no, quizás no, seguro que la señora Child hubiera estado más satisfecha de ver sus recetas en cualquiera de vuestros blogs, donde las trataríais con todo el mimo que se merece :-)
Para esta receta del tradicional soufflé au chocolat que os traigo hoy, además de daros todas las indicaciones que aparecen en el libro Mastering the Art of French Cooking, como ya os comenté en la entrada anterior, también os daré indicaciones para utilizar la Kenwood Cooking Chef, aunque no son exclusivas y podréis trasladarlo perfectamente a cualquier método que empleéis.