Ensalada templada y crujiente de langostino

Hace un par de semanas fuimos a cenar a una sidrería que tenemos muy cerca de casa pero a la que no habíamos tenido ocasión de ir hasta entonces. A los pies de Jaizkibel y con unas vistas impresionantes el establecimiento es lo más parecido a un caserío pero de construcción moderna, fachadas acristaladas, espacios muy amplios y techos inacabables. A pesar de tanto volumen y su mezcla de estilos resultaba muy acogedor. Era la primera vez que visitaba una sidrería (ya me vale) y me resultó una experiencia agradable presenciar mi  primer Txotx.

El menú de estos establecimientos está compuesto normalmente de tortilla de bacalao de entrante, chuletón (de Tiranosaurus Rex) o bacalao en salsa como plato principal, nueces, queso y membrillo como postre y sidra guipuzcoana a go-go (solo se paga por el vaso y te levantas a llenarlo cada vez que quieres). El caso es que yo no soy muy aficionada ni al bacalao ni al membrillo. Lo del chuletón, si es de vaca, que lo son, pues tampoco. Otra cosa si fuera ternera que sí me gusta, pero estamos hablando de cantidades "pa hombres" y yo ante estos chuletones tengo complejo de tiquismiquis. Así que, mientras los caballeros disfrutaban de sus viajes a las kupelas y el mega chuletón (que pasaba del kilo y así consta en la factura), yo me incliné por elegir entre la oferta de platos de la carta.

No me pareció muy abundante, pero podías escoger entre una quincena de entrantes (gambas de Huelva,  surtidos ibéricos, foies de elaboración propia y almejas del carril incluidos), una decena escasa de platos principales y postres. La cocina, por lo que pedimos en nuestra mesa, me pareció suficientemente elaborada y muy bien presentada. Todos los ingredientes de muy buena calidad y sin elaboraciones complicadas. El pescado y el marisco fresquísimos y muy cuidados en el punto de cocción.  Cené una ensalada templada de hongos y foie con langostino crujiente que me enamoró solo al leerlo, y me conquistó al primer tiento. El foie, fresco, a taquitos, estaba en su punto y la mezcolanza con los hongos y los brotes se traducía en una experiencia deliciosa. Luego un rape a la parilla, en su punto, jugoso, carnoso, con un refrito de ajos, muy común por estas latitudes, en una cama de patatas boulangère y escoltado por unas almejas en batería que me hablaban. Impresionantes. Cené como una reina. Los demás también.

Se me olvidaba decir que ellos mismos elaboran el pan cada día que te sirven en forma de barrita o bollo individual, muy artesanal tanto en forma como en sabor, aunque no especialmente atractivo pero sí muy sabroso.

Sabéis que no suelo hacer valoraciones ni críticas de establecimientos, igual porque no me lo he planteado, pero cené tan bien que hoy os quiero traer esta ensalada, o algo muy parecido, puesto que he prescindido  del foie y no he podido usar setas frescas. Aún así el resultado es, en mi humilde opinión, excelente.

Como no hice fotos del local ni de los platos, ni pedí permiso para ello ni para hablar de su establecimiento, os remito a su web por si un día os dejáis caer por aquí y buscáis donde comer bien a precios razonables. Os lo recomiendo. 

También os dejo un artículo que he encontrado por la web, donde se hace especial mención a sus ensaladas y a una cocina que, según el autor, quita el hipo. Sin caer en la exageración, a mi me ha seducido lo suficiente para volver en breve :-)

Y ahora os cuento como he preparado esta deliciosa ensalada:

Ingredientes para 2 personas:

• Brotes de lechuga variada 
• 2-4 langostinos frescos por persona 
• 1 tomate (ni muy maduro ni muy verde, que sea carnoso)
• fideos vermicelli (de soja o de arroz, los que tengáis más a mano)
• setas al gusto (he usado setas congeladas variadas)

• Aceite de oliva virgen extra
• Reducción de vinagre de módena (utilicé una a la sidra)
• sal
• 1 diente de ajo
• perejil

Como la entrada de hoy es muy sencilla aprovecho para daros la chapa con la maceto huerta, a ver si consigo que alguno de vosotros se anime a plantar 4 tomates, pimientos y lechugas en vuestros tiestos. Si no lo habéis hecho nunca os garantizo satisfacción al 125%  :-)

Normalmente cultivamos lechugas todo el año, hoy en día existen variedades resistentes al frío muy recomendadas para los meses de invierno. Sin embargo el de este año ha sido muy duro por aquí y no hemos empezado con el asunto lechugas hasta hace un par o tres de semanas.

Ya os he comentado otras veces que, a pesar de usar semilleros para otras hortalizas, preferimos comprar las lechugas en plantones, se hacen enseguida y te puedes comer los brotes desde los primeros días. Una vez lo hicimos con semillas y se nos hizo eterno, yo creo que no vale la pena. Estos plantones rondan los 7-10cts de euro y si vas cogiendo las hojitas más exteriores siempre tienes lechugas a punto. No es necesario que crezcan del todo y que las cortéis. De una semana para otra casi doblan su tamaño.

En febrero también solemos plantar cebollas tiernas. No sé muy bien cual es su nombre, pero vienen en grupos de tres y son muy tiernas y dulces, las habréis visto en los mercados. Se llegan a hacer muy hermosas. Aquí podéis ver las del año pasado en el momento de recolectarlas.

Se pueden plantar en pleno invierno, pero por la experiencia de otros años os puedo decir que no empiezan a crecer hasta que no llega la primavera, al menos en tiestos, momento en el que, de repente, todas tienen prisa por salir y crecer tras algunos meses de letargo.

Si lo deseáis aún estáis a tiempo de tener cebollas tiernas en abril-mayo-junio. Como salen todas de golpe y son para el consumo de casa, se pueden trenzar y dejar secar. Os puedo decir que he estado comiendo de nuestras cebollas todo el invierno. Incluso, si las guardáis en la nevera, aguantan frescas muchos meses, no es broma. Aún me queda una cajita en la nevera de la primavera pasada.

Si los plantáis juntos, además, estáis ahuyentando a los insectos y caracoles de manera natural. El olor de las cebollas (y los ajos) es un eficaz  repelente  para muchos animalitos que se sienten tentados a comerse los brotes tiernos de lechuga. Ojo con los pájaros que en los primeros días se sienten muy atraídos.

Es bueno evitar el uso de insecticidas. Las trampas cromáticas también son muy eficaces para la huerta casera.

Fijaos qué hermosas están las lechugas en apenas una semana.

Tenemos plantada la variedad batavia (la que se ve en la foto), la de hojas de roble y otra de hojas algo más espigadas de la que no conozco el nombre, y con los brotes más exteriores he preparado esta ensalada (no utilicéis los brotes los interiores). No os preocupéis, la lechuga crece bastante rápido y con un par de docenas, dos personas, pueden comer una ensaladita casi cada día y mantener la huerta prácticamente intacta todo el verano o hasta que decidáis renovarla. Lógicamente los brotes solo al principio, la lechuga también debe crecer, pero si usáis solo las hojas más exteriores siempre las iréis manteniendo.


Preparación: 

Pues vamos a ello.

Lavad y escurrid bien un puñado de brotes por persona

Pelad los langostinos en crudo dejando el último segmento y la cola intactos.

Al tomate practicadle un corte en cruz, lo sumergís en agua hirviendo por un par de minutos y luego lo refrescáis bien en agua fría. Podréis retirar la piel sin dificultad.

Cortad el tomate, una vez pelado, en daditos de apenas 1cm.

En un bowl sumergid los fideos en agua hirviendo. Dejadlos justo lo que necesiten para que veáis que podéis manipularlos, no más de 45 segundos porque se os romperían. Esto si son de soja, si fueran de arroz debéis dejarlos hervir. Aunque el tiempo sea prácticamente el mismo.

Envolved las colas de los langostinos con los fideos, procurando dejar los extremos escondidos para que no se suelten con facilidad. Os será más fácil si lo hacéis con varios fideos a la vez.

Ir a comprar a la pescadería con una idea fija a veces no es sencillo. Si cuando vais a la plaza no encontráis unos langostinos que os convenzan, podéis usar gambas o bien comprar langostinos ultracongelados. Los hay de buena calidad, de nuestras costas y a precios razonables.

La gamba también puede quedar muy buena pero ya sabéis que tiene un sabor más intenso. A vuestro gusto.












Dorad las setas en unas gotitas de aceite de oliva virgen extra. Dejadlas dorar con paciencia para realzar su sabor. Cuando estén, picad el diente de ajo y el perejil y los incorporáis.

Yo suelo, además, cortar las más grandes para que se repartan mejor.

Reservad caliente.

A continuación freíd los langostinos hasta que el fideo adquiera un tono bien dorado y quede crujiente.

Tened la precaución de que no se toquen, pues los fideos se pegan, unos a otros, con mucha facilidad.

Eliminad el exceso de grasa depositándolos sobre un papel absorbente.

Plantead la ensalada en fuentes individuales y aliñadla con la sal, el aceite y, solo sobre los brotes, la reducción de módena. Las cantidades a vuestro gusto.

No pongo sal ni a las setas ni a los langostinos, pero a vuestro criterio.








Sobre la lechuga disponed el salteado de setas que debe estar caliente. Si queda aceite en la sartén podéis añadirlo también, no le hace ningún daño, al contrario, tiene mucho sabor.

Y sobre el tomate colocáis dos, tres o los langostinos que os parezca oportuno. Y servís.

Era la primera vez que probaba este langostino crujiente y le encuentro una textura excepcional. No se parece ni a las gabardinas ni a los envoltorios de pasta filo o brick, resulta menos graso y a mi gusto más sabroso. Si otra cosa no, porque cada uno tiene sus gustos, al menos, más original sí que es. No sé si este crujiente se prepara literalmente así, tal como os he enseñado o hay un método más sencillo, pero ya lo he hecho en casa al menos tres veces más antes de haceros este paso a paso y nosotros los encontramos exquisitos.

Y no solo los langostinos, toda la ensalada ofrece un contraste extraordinario, tanto de texturas como de sabores, que os recomiendo no os perdáis. Me parece lo suficientemente elegante como para abrir vuestras mesas un día que tengáis invitados, les va a encantar.

En una ocasión utilicé los fideos de arroz, que son del mismo calibre, sin embargo observé que resultan menos delicados a la hora de envolver el langostino. Me resultó más fácil que con los de soja, que se romen con la mirada. Ambos quedan muy buenos y crujientes aunque personalmente prefiero el sabor de estos últimos y así os lo he recomendado. Me parecen más ligeros, si es que cabe.

Si en lugar de presentaciones individuales queréis disponerlo en una fuente, en el centro de la mesa, os puedo sugerir que presentéis los brotes en el centro y las setas sobre ellos. Luego, alrededor y formando una circunferencia delgada, colocáis los daditos de tomate y sobre ellos, en forma radial, todos los langostinos que queráis servir para todos los comensales. Es una presentación también muy bonita y vistosa. No he caído en haceros una foto pero supongo que me he sabido explicar bien.

Probadla. Es sencilla, de ejecución rápida, puesto que no os llevará más de 20 minutos y va a satisfacer todos vuestros sentidos (el oído también, cuando oigáis los suspiros de los demás :-) )

Con esta colorida receta me gustaría participar en el concurso que organiza Ana, de Cocina con Ana, "Come sano, Cocina en colores".