
La que os traigo hoy es una receta extraída de una colección de libros que recogen la cocina tradicional catalana comarca a comarca, presentando las recetas de la mano de prestigiosos cocineros de cada una de ellas. Así pues, este es un plato de cocina tradicional, adaptado a los gustos de casa, y elaborado con un soberbio vino de la comarca del Priorat. La particularidad de las tierras de esta comarca, compuesta de licorella (pizarra), resultado de la petrificación de grandes extensiones boscosas sepultadas hace 350 millones de años a causa de la gran actividad volcánica, así como sus condiciones clímáticas, obligan a las raíces de sus viñedos a crecer entre dos y tres metros para alcanzar cierto grado de humedad. En consecuencia sus uvas, de tamaño reducido y poco atractivas, poseen alta concentración de azúcares y minerales, de sabor muy profundo con varias capas aromáticas, lo que garantiza unos caldos excepcionales y con gran cuerpo, que valen el prestigio y reconocimiento, tanto nacional como internacional, del que disfrutan hoy en día los vinos de esta comarca.
Los origenes del cultivo de vid en el Priorat se remontan al SXII, cuando los monjes de la "
Cartoixa de Santa María d'Escaladei" (actualmente en ruinas, en el término municipal de
la Morera de Montsant), primer monasterio de la Orden de los Cartujos en la Península Ibérica, introdujeron el cultivo de la viña sobre el año 1163. Estos mismos monjes fueron los primeros que sirvieron, y popularizaron, el "
menjar blanc" (del que os hablé brevemente el otro día en la entrada de la
crema catalana) como postres cuaresmales, que consistían en una crema a la cual se quitaban los huevos y se sustituía la leche animal por la de almendras.
El rey Alfons el Cast, II de Aragón y I de Barcelona, conocido también como "el Trobador", donó unas tierras, cedidas por Arbert de Castellvell, para fundar una Orden de Cartujos con la que "ganarse" un sitio en el cielo :-). La orden principal envió un grupo de monjes, provinientes de la Provença (Provence en francés), con la finalidad de encontrar un lugar adecuado donde construir el monasterio. Cuenta la leyenda que, durante la búsqueda, encontraron un pastor que les contó que, en sueños, veía unos ángeles subiendo al cielo mediante unas escaleras que reposaban en el tocón de un pino que estaba situado justo donde pacía su rebaño. Los monjes interpretaron aquella revelación como una señal divina y allí mismo construyeron un pequeño claustro que sería el origen de "la Cartoixa de Santa María d'Escaladei" (del latín Scala Dei, escalada hacia Dios, o la escalera de Dios). Lo que hoy es el pueblo d'Escaladei fueron las tierras de cultivo del monasterio, que continuaron utilizándose después de la desamortización de Mendizabal de1835.
Poco a poco se fue perfeccionando el cultivo y método de elaboración, hasta el punto que la región empezó a ser conocida por la calidad de sus vinos. Siglos más tarde, a finales del SXIX, la aparición de la plaga de la
filoxera (un pequeño insecto de origen americano que en 1877 aparece por primera vez en España, concretamente en Girona y Málaga) provocó el abandono de esta actividad en la comarca (y realmente en todas las comarcas catalanas, muy volcadas en esta economía), a pesar de las medidas preventivas y la quema masiva de viñas que no impidió que la plaga se propagara. La actividad vitivinícola no volvió a recuperarse de manera significativa en la comarca hasta muy avanzado el siglo XX, gracias entre otras cosas a los injertos de ejemplares autóctonos con cepas americanas, que les hacen inmunes a la plaga. El hecho de que sus frutos no facilitaran una producción masiva también dificultó, durante muchos años, que la elaboración de estos vinos fuera considerada por los productores, que no veían rentabilidad a corto plazo. Hasta que se tomó conciencia de la importancia de la calidad excepcional del producto. La preciosa fotografía, de la copa de
Priorat negre, pertenece a la web de
Viajes Tarraco.
Hoy en día toda la comarca está integrada en una denominación de orígen vinícola, los municipios centrales a la DOQ Priorat, y los más exteriores a la DO Montsant. Acompañar nuestras mesas con este vino es un placer, y en la elaboración que os traigo hoy ha dado como resultado un plato de sabor afrutado y dulce, y por supuesto, divino, en toda la extensión de la palabra. :-)