Cocktail tropical de langostinos

Me hacía gracia aportar alguna receta especial para el día de San Valentín. Por razones personales no voy a disponer de tiempo para ello, pero sí he pensado que este cocktail tropical, que se prepara en un periquete y resulta muy atractivo, sería una solución perfecta para sorprender a tu pareja después de un día de trabajo. Si lo acompañáis de media docenita de ostras, o unas almejas de Carril a la plancha con aceite y limón, o un suculento pero sencillo pescado al horno, y una botellita de vuestro vino preferido, ya tenéis en 20 minutos una cena romántica comme il faut. 

Ni recuerdo la primera vez que lo hice, pero, si en alguna ocasión en que he tenido invitados he puesto este entrante, ha provocado exclamaciones. Creo que más por el colorido de la presentación, que por el contenido en sí. :-)

Os cuento como lo hago:

Ingredientes para dos personas:

• 1 piña natural
• una docena de langostinos (mínimo)

Para la salsa rosa:

• 200ml. mahonesa (la marca que más os guste, pero mejor preparada)
• 35gr. de ketchup 
• 5 gotas de tabasco
• 5 gotas de salsa Worcestershire (Lea  Perrins)
• 2-3 cucharas de zumo de naranja natural
• 1 cuchara de Cognac o Armagnac

Empezad por cocer los langostinos, hacedlo como tengáis costumbre, a mi me gusta hacerlo en un poquito de agua y sal, pero sobretodo no dejéis que se hagan demasiado. 

Echadlos de golpe en agua hirviendo y en cuanto vuelvan a arrancar el hervor, y cambien de color,  id pensando en retirarlos.

Si los usarais congelados, proceded de la misma forma pero dadles un poquito más de tiempo a que cambien de color.

En cuanto pierdan un poquito de temperatura, peladlos y dejad un par de ellos para decorar.

A mí me gusta dejarlos enteros, pero podéis quitar el cuerpo y dejar cola y cabeza, solo la cabeza, o solo la cola, como más os guste. Quitadles, si lo veis necesario, los intestinos.

La piña procurad que esté madurita, pero no tanto como para que aparezcan motas o golpes que nos afearía la presentación.

A parte del tacto, el aspecto y el color, que ya son orientativos, sabremos si una piña está en su punto de madurez comprobando si las hojas del centro se pueden quitar con facilidad. Si las hojas centrales, las más tiernas, cuestan de arrancar con un simple tirón de los dedos índice y pulgar, no está madura.

Una manera de cortar la piña, asegurándonos que quedará asentada una vez en el plato, es disponiéndola tumbada sobre el mármol y dándole un empujoncito, al rodar se parará donde tenga una base más estable (Ya veis que el sistema es fruto de una tesis doctoral :-D). Si la cortarais sin tener esto en cuenta, una vez en el plato, bailaría o se decantaría. Tal como quede, después de rodar cual croqueta, cortadla en dos mitades, procurando que ambas partes queden todo lo  iguales que os sea posible, incluido las hojas. Empezad por la base y terminad por las hojas.

Si necesitáis que se asiente un poco más, también podéis cortar una pequeña lámina de la corteza para nivelar la base. Hacedlo con cuidado de no llegar a perforarla del todo. Una servilletita de papel mona o un papel de los que usamos para servir pastas nos ayudará también a que quede fija en el plato, a parte de hacer las funciones de complemento decorativo.

Una vez abierta en dos mitades, con un cuchillo afilado de hoja corta, proceded primero a perfilar todo el contorno del interior de la piña. Luego practicad cortes longitudinales a modo de radios. Como si quisierais dividirla en gajos. Con la mano libre sujetando el troncho o tallo, presionando ligeramente hacia vosotros, y el cuchillo cortando por la base, id separando estos gajos de la piña. Procurad no dejar rebabas o escalones, si el corte quedara poco vistoso, pulid el interior con el mismo cuchillo o una cucharilla. Con un poco de práctica no será necesario.

De estos gajos descartad la parte del troncho, más dura, y la pulpa cortadla a trozos o tacos. 

Vamos a por la salsa rosa o salsa cocktail. Esta receta se la dio a mi padre un cocinero japonés, hace muchos años, en uno de esos restaurants orientales donde elaboran el plato delante tuyo. La preparó en el momento de servirla y mi padre le acabó preguntando aquello que no tenía claro. A mis padres les encantó su sabor y desde entonces, es él quien la prepara en casa y le queda siempre de rechupete. :-)

La salsa no debe tener color ni sabor a ketchup, eso tenedlo muy presente. Debe ayudarle a adquirir un tono correoso, pero nada más.

Empezad mezclando el ketchup en la mahonesa, y a partir de aquí id emulsionando los demás ingredientes. uno detrás de otro, y siempre habiendo integrado completamente el anterior. Os he puesto 2-3 cucharas de zumo de naranja porque a mí me gusta su sabor, pero es preferible que añadáis primero 2, probéis, y luego la tercera, no vaya a ser que os resulte demasiado ácida. Así que la naranja dejadla para el final, para ir jugando. El resto de salsas las encontrareis fácilmente en cualquier supermercado.

También os he comentado que  la mahonesa no fuera casera, porque simplemente tendría demasiado sabor y desequilibraría el contraste de los ingredientes, y si aún así lo preferís procurad hacerla con aceite de girasol. Aunque como siempre os digo, todo es probar y hacedlo como más os apetezca. Yo me limito a sugeriros como hacerla y como me gusta a mí. :-)

Ya solo queda llenar las piñas con la fruta, los langostinos, y repartir la salsa . Quedan muy bien unas bolitas (pegotitos) de caviar, a modo de adorno, pero sin esparcir y muy discretamente. Yo no tenía en casa y esta vez no se lo puse. Podéis hacer cualquier decoración, pero mi sugerencia es no abusar de ello. Que la piña y los langostinos surjan de este contenedor tropical es suficiente atractivo para este plato. Incluso diría yo que el envoltorio, esta vez, es el protagonista visual.